La violencia de género es un flagelo que no mengua tregua para las mujeres y las niñas en nuestro país, ni siquiera en contextos de movilización social y/o en la búsqueda de un conjunto de reivindicaciones que desde la misma ciudadanía se buscan obtener.
La violencia de género es un cumulo de violencias de carácter estructural, sistemático y revictimízante, instaurado en las más profundas venas de la sociedad colombiana, latinoamericana y del mundo, que de forma específica en Colombia lleva consigo una herencia de guerra y conflicto armado, el cual ha perdurado por más de 60 años, haciendo de Colombia un país que tatúa la guerra en los cuerpos de las mujeres y las niñas, objetivándolas, convirtiendo sus cuerpos en botines de guerra a través de la violencia y la explotación sexual como instrumento. Un instrumento de terror y miedo, que busca adoctrinar, amedrentar y silenciar una serie de luchas y lugares comunes dentro de la sociedad.
En lo que va corrido de estos 26 días de Paro Nacional en Colombia, hemos recibido información y denuncias de diversas manifestaciones de violencia de género, cosificación y explotación de los cuerpos de las mujeres, varios casos de violencia y abuso sexual por parte de agentes del Estado, uno de ellos con el lamentable desenlace del suicidio de una de sus víctimas, al mismo tiempo que la presentación de pornografía en algunos puntos del paro, y un caso de violencia sexual a una mujer policía, todas estas formas que nos muestran un síntoma social y colectivo de la lectura que hacen los mismos de los cuerpos y la existencia de las mujeres como sujetas políticas y sociales con capacidad de transformación y agencia social; materializando así un terrorismo de estado contra las mujeres, es por esto por lo que diversas consignas tales como “mi cuerpo no es botín de guerra”, nos debe llevar a pensar y analizar más allá de un reproche o indignación inmediato, y debe llevarnos a un análisis más estructural y profundo acerca de cómo nuestra sociedad se sustenta en estas prácticas para el desarrollo de sus lógicas, debemos mirar crítica y feministamente, ¿Por qué sobre estos cuerpos rebosa una doble o triple amenaza social?, y pensar en ¿qué se propone?.
Desde la Corporación Anne Frank, proponemos la abolición de todas las formas de opresión y explotación de las mujeres, la abolición de la industria del sexo, del sistema prostituyente, para que así no solo en el actual Paro Nacional, y desde un enfoque jurídico-feminista, se puedan garantizar realmente todas las manifestaciones social y política, el derecho a la protesta, y demás derechos en condiciones de paridad y justicia, sin la amenaza latente de la violencia de género en toda la sociedad colombiana y del mundo, para que así un día por fin podamos dejar de gritar con el alma que nuestros cuerpos no son botín de guerra, y por el contrario que nuestra existencia sea libre, sana, segura y digna.
Diana Ortiz
Abogada- Corporación Anne Frank
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