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Mujeres: De la guerra a la paz

Ser mujer en las FARC es un enorme reto, porque implica desde el momento de su ingreso romper con los esquemas y los roles que tiene establecida la sociedad para las mujeres, implica asumir muchas tareas y muchos espacios de participación que han sido destinados solamente para los hombres, por lo tanto implica un enorme aprendizaje".


Semblanzas: Farianas y paz I

Conocer tantas mujeres valientes y aguerridas, dejan una enseñanza de paz enorme, dejar un arma para optar por construir la paz y garantizar la no repetición, es no solo un acto de valentía si no la más inmensa solidaridad.

Una foto adorna siempre los eventos públicos dónde se reúnen las mujeres farianas se trata de Mariana Páez, una comandante que hizo parte del secretariado y perdió su vida en el conflicto. Ella fue ejemplo de feminismo revolucionario consiente de la necesidad de tener un nuevo país para los hijos e hijas de cada colombiana. Es referente de las mujeres farianas, disciplinadas y comprometidas.

Manuela

Manuela Marín es parte de la Comisión Nacional de Organizaciones de las FARC y en este momento de la Zona Veredal Carlos Patiño, lleva 16 años en la guerrilla, con 18 años cumplidos ingresó al grupo subversivo.

Siempre les pregunto a las farianas – ¿Que significa ser mujer en las FARC?- para Manuela “Ser mujer en las FARC es un enorme reto, porque implica desde el momento de su ingreso romper con los esquemas y los roles que tiene establecida la sociedad para las mujeres, implica asumir muchas tareas y muchos espacios de participación que han sido destinados solamente para los hombres, por lo tanto implica un enorme aprendizaje".

Primer reto ha sido estar convencidas, que como mujer humilde o campesina era capaz de cumplir tareas políticas, primero desde la clandestinidad y ahora a la luz pública, en especial, cree que de las cosas más difícil fue enfrentar la arremetida de los medios de comunicación en contra de las mujeres de las FARC, mostrándolas cómo víctimas y no como sujetas de derecho, eso les ha hecho sentirse deslegitimadas, por eso con más ahínco son partícipes de la construcción de la paz desde que comenzó el proceso.

- ¿Por qué no hay guerrilleras en el secretariado?

- Nosotras estamos haciendo una ruptura de la cultura patriarcal, que es supremamente radical. Tenemos 11 mujeres en la Dirección del Estado Mayor Central, que es la estructura principal.

Estar en las zonas campamentarias con población acompañando y en una unidad única con la gente, es un sueño cumplido para Manuela, es parte del propósito del movimiento, y brinda ese sostén que se requiere ahora para proseguir en la construcción de la paz territorial.

Isabel

La conocí en el municipio de Buenos Aires, El Ceral, Robles – Zona veredal de transición y normalización- (ZVTN). No me quiso decir su nombre “de pila”, tantos años siendo Isabel, naturalizaron en ella una identidad de guerra y ahora de paz.

Hasta el 1 de agosto hará parte del Mecanismo Tripartito de Monitoreo y Verificación (MM&V) del Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo y la Dejación de Armas de las FARC, allí junto a personas muy diferentes a ella (Delegados de Naciones Unidas y Policías) cumplió una misión necesaria en la construcción de paz, desde el primer cese al fuego hasta la entrega total de armas. ¡Quien imaginaba que llegaríamos a esto!, es sin duda el hito político y social más grande que ha tenido Colombia en las últimas décadas.

Isabel Vargas se siente orgullosa de su pasado, presente y espera con esperanza el futuro. No es fácil confiar, se entregaron las armas, quizás esas daban garantía para defenderse pero ahora, su arma será la palabra, como indica siempre Rodrigo Londoño “Timochenko”.

Para Isabel, “La guerra existió por el hambre y la exclusión y no porque nosotros –las FARC- hubiéramos portado unos fierros viejos, la gente nos respeta por lo que hacemos y representamos no por haber tenido armas”.



Tiene sentimientos encontrados, la última vez que nos vimos fue en el aniversario de las FARC, el último en armas, y el primero en el paso a la vida civil, se sentía un ambiente festivo, pero para Isabel, venían los recuerdos de los que ya no estaban, o quienes estaban encerrados esperando el cumplimiento de libertad.

“Yo me vine a la guerrilla para tener cómo defenderme, en los territorios la violencia contra la mujer que militaba y pensaba diferente era insostenible.”Afirma la ex combatiente.

Su trabajo en el Mecanismo de Monitoreo le permitió documentar las situaciones alrededor del territorio, y las situaciones que no solo afectaban a los miembros de las FARC si no a la comunidad.

-¿A quiénes extraña? – Le pregunto- cómo esperando algún nombre que favoreciera mi escrito y me brindara más insumo periodístico.

-A los compañeros, a los comandantes, a tanta gente, uno convivía con ellos de forma cercana, cómo hermanos – agacha la mirada, con esa nostalgia que se va borrando con una sonrisa naciente-.

- Isabel, ¿Cómo fue ser parte del Mecanismo de Monitoreo?

-Ha sido una experiencia interesante, ver ahí a quién fue la contraparte, durmiendo en el mismo lugar, comiendo, trabajando día a día, con visiones diferentes a la mía pero tolerándonos, aguantándonos– sonríe de forma pícara-.

No debe ser fácil me imagino, una vida en la guerrilla y ahora de un momento a otro vivir con militares extranjeros y policías. ¡Todo un reto!

Para Isabel, ser mujer y haber combatido en las FARC “Es estar a la altura de lo que demanda la guerrilla, alta moral”, afirma que no sintió ser excluida, en la guerrilla, me cuenta, no se les vio nunca como frágiles o delicadas, se les trató igual que cualquier guerrillero.

La participación de las mujeres

En el punto del Ceral-Cauca, al Mecanismo de Monitoreo, las FARC le aportó 5 mujeres y 5 hombres, la ONU 3 mujeres y el gobierno ninguna.

Las mujeres en las FARC han sido parte importante de la construcción política y social, ahora en su fase de transición a la política legal, contantemente recuerdan a la guerrillera “Mariana Páez”, quien fue parte del secretariado de las FARC, y perdió la vida en la guerra, como semilla para la naciente paz, que se está construyendo hilando paso a paso, superando las dificultades.

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