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Foto del escritorCUIDAR VIDAS

Cuando la necesidad crea una cadena de la esclavitud

Nunca, nunca, una necesidad económica se convierta es un lazo de esclavitud, la mujer vale mucho más que una cuota alimentaria.






Adelaida es una mujer humilde y muy trabajadora, desde muy pequeña anheló formar un hogar íntegro, donde el amor pudiera hacer realidad el más sencillo de sus fantasías.


Pero su destino quiso que asumiera el rol de mamá a temprana edad; tuvo una hermosa hija. Con ojos de azabache, piel trigueña, suavecita como un copo de algodón. Aquel sentimiento inefable y sublime, no era compartido por su compañero sentimental. Aquel hombre tierno, galante, que le había prometido la mismísima luna, hoy no era más que un manual de excusas para no responder ni cumplir con su deber.

- Adelaida, si quieres que responda por esta escuincla, apúrate con lo que me darás tú a mí-

- La situación está jodida, si no quieres que te cambie, entonces ven rápido aquí –

La cuota alimentaria, una cuota alimentaria se había vuelto la relación de Adelaida y el abusivo de Joaquín. Si ella no accedía a tener relaciones sexuales, entonces el pan de cada día, el sustento y su amor nunca más lo tendrían.


Fue así como Adelaida, tuvo un sueño premonitorio, soñó a su hija, teniendo la misma edad que ella, padeciendo la tortura de tener que acceder a unos minutos del amor que ella ya no sentía, la vio abandonada, desentendida de sí, triste, vacía, sin ningún tipo de ilusión, una autómata de la vida y lo peor de todo se vio a ella misma. Rápidamente se despertó de su aturdimiento y experimentó una sensación de querer cambiarlo todo, de empezar de nuevo olvidando tanto dolor, tanta humillación. No tenía idea de cómo lo haría, lo que sí era cierto es que ella no quería ver de nuevo su historia vivida en lo más preciado que era su hija.

Se levantó indemne y entre sollozos vio a la niña en su camita, la acarició, la abrazó y se prometió a ella misma que nunca más en su vida volvería a dejarse someter por un hombre que lo único que hacía, era pasarle una cuota alimentaria como si ha un contrato se refería. Sin detenerse ya a pensar, procedió a dejar un precedente determinante, se marchó de aquella casa que nunca fue suya y recobró el valor perdido. Ahora ella demostrará que aparte de ser mujer, puede ser una gran mamá.

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