Es común conocer el proceso de la mariposa, fue enseñado en las escuelas como regla básica de ciencias naturales, para entender la “metamorfosis”. Metamorfosis del latín metamorphosis, derivado del griego que significa “transformación” es el recorrido de convertirse de crisálida a mariposa, de oscuridad a luz y de la acción de arrastrarse a volar.
Los cuerpos de las mujeres están en constante cambio y trasformación, desde la menarquia a la menopausia, los cambios producidos por la madurez, la maternidad o las complejidades de salud a las cuales nos vemos enfrentadas.
El cuerpo de la mujer es el lienzo dónde la vida –cruel- talla las experiencias, los recuerdos, las violencias, las alegrías y los años que son al final, la corona de aprendizaje del tiempo, lo que muchas llaman “la universidad de la vida”.
En las guerras, los cuerpos sufren transformaciones tenaces, en especial son, de una forma íntegra afectados por los desmanes de la violencia. Pensamos que la psiquis recibe las violencias y los traumas, pero, aunque la mente sufre al recibir éste dolor, es el cuerpo el que lo sintetiza, asimila y refleja en una metamorfosis marcada de tristeza. Nuestra corporeidad se ve íntimamente afectada, nos hacen creer que existen unos estándares de belleza, a los cuales debemos someternos y no estamos cumpliendo, se habla de medidas, figuras y formas que al final nos hacen odiar a la mujer que vemos en el espejo.
Nos hacen odiar los que vemos, odiamos a quien la vida, ha dibujado en el lienzo, una trasformación, su nueva versión cruda y digna, producto del sufrimiento, los caminos recorridos, los golpes, los sueños rotos y cumplidos, las sonrisas, los y las amantes. Nos auto flagelamos con el exceso de trabajo, la mala alimentación, el sedentarismo.
Se habla de “tener un buen cuerpo”, ¿Qué es un buen cuerpo? ¿Qué es un cuerpo perfecto? El cuerpo de una mujer es perfecto en la medida que representa una historia de vida, un recorrido. Este cuerpo representa un tejido que se va hilando con cada experiencia, con cada parto, con cada aborto, con cada estría, con cada gordo, con cada abuso, con cada golpe que la vida nos da, incluidas las noches o tardes de placer, de vivir, de sentir. ¡Esto es un “buen cuerpo” !, el cuerpo que te permita ir camino al cumplimiento de tus sueños.
Al desarrollar la corporeidad, vinculamos de nuevo el ser “mujer”, se reintegra plenamente, su cuerpo fue desfragmentado por la disociación que trae la violencia, la disociación como herramienta para no sentir dolor y soportar, hacerse virtualmente fuerte. Siendo así, la corporeidad permite unir esos pedacitos disociados, unificando razón y emoción en un solo ser nuevamente, creando una trasformación propositiva, constructiva y resiliente, en esta metamorfosis nos convertimos en un cuerpo de paz y es lo que he denominado CUERPAZ.
Cuerpaz, cuerpos de paz, está en sintonía con el amor propio, el auto cuidado, la interpretación de las señales del cuerpo que nos indica cuándo debemos ir al médico o brindar un descanso, un cuerpo de paz se escucha a sí mismo y se conoce, se brinda placer, se muestra sin temor, se retrata en el espejo con amor y se lleva con honor.
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