Carta de Postulación de Claudia Quintero a la Comisión de la Verdad.
Es muy importante para mí que las víctimas y todos aquellos que conocieron el conflicto hagan parte de la reconstrucción de la verdad que se ha venido gritando desde los territorios y que retumba en las grandes urbes representada en desplazamiento forzado y resiliencia.
En especial las mujeres, personas diversas y quienes caminamos desde la propia carne y obtuvimos cada saber con las narrativas de vida, la verdad debe ser construida desde los “otros y otras” que no aprendieron de paz en las academias, si no que hicieron la paz palpable en los movimientos sociales y organizaciones de víctimas que fundamos y construimos como símbolo de resistencia viva a la guerra.
Fui víctima del conflicto armado colombiano, víctima de trata con fines de explotación sexual y explotada en la prostitución. Hasta hace muy poco, cuando mi principal victimario reconoció públicamente en redes sociales que me había hecho daño, y luego de 15 años de lucha como sobreviviente y defensora de derechos humanos, la gente me reconoció como víctima. A las víctimas no nos creen, digamos lo que digamos, contemos las verdades crudas de lo que nos hicieron, y así luchemos durante años para que a otras no les pase lo mismo, siempre habrá un manto de duda.
Es ahí dónde nace mi intensión en hacer parte de la Comisión de la Verdad, participar como constructora de caminos para que las voces lleguen al informe. ¿Qué es la verdad? ¿Qué verdad buscamos? ¿Cómo sabemos que es la verdad?, no podemos ver la verdad como un hecho subjetivo, individual o de consenso, la verdad que se pretende y a la cual quiero aportar es la Verdad como evidencia, la evidencia es la existencia de los y las víctimas, los y las sobrevivientes y las comunidades.
Tengo la oportunidad de recorrer el país, con un proyecto dónde dicto cursos de derechos humanos, en el día hago los cursos y en las noches, recorremos zonas de prostitución. No hago mayor cosa que escuchar a las mujeres, entregar mi número de celular y comentarles que tienen derechos por si algo malo les ocurre. Lo que si queda marcado en mi alma es ver repetir una y otra vez la misma historia, nuestra historia, mi historia de desplazada, de guerra, de bombas, de abusos, de abandonos. La historia del conflicto está en ellas, como un tesoro guardada, así cómo de las víctimas de la trata de personas, de la utilización e instrumentalización para militar en la guerra, a las víctimas de la miseria absoluta, quienes luego de perderlo todo mendigan una moneda, pero también una mirada solidaria, esas voces necesitan estar plasmadas en nuestra verdad.
También tuve la gran oportunidad de participar en la Habana en los Acuerdos de Paz. En el 2014 realicé una carta abierta a los señores de la guerra en la que reafirmo mi disposición y compromiso para la construcción de paz “Soy Claudia, catatumbera, víctima del conflicto armado, cansada de la guerra, en el exilio alejada de la gente que amo, obstinada de ver morir niños de hambre o en la guerra, haré todo lo que esté a mi alcance para apoyarles y que podamos solucionar este conflicto dónde los pobres ponemos los muertos y los ricos bailan sobre nuestra sangre derramada, Paz, con pan pero también con honestidad".
Las víctimas proporcionan la evidencia, que no es algo diferente al principio de realidad sobre el que debe basarse toda construcción de memoria histórica y así, toda acción estatal. Sin las víctimas no hay precisión en la conceptualización de los problemas, por ende, tampoco hay verdad. No se puede partir desde la perspectiva del victimario [únicamente] o desde las construcciones meramente teóricas y distantes de la evidencia empírica.
Contribuir al esclarecimiento es una tarea de todos, el conflicto armado nos formó a muchos como generación, fue nuestra realidad y nuestro epicentro, hoy es su resolución nuestra esperanza.
Como comisionada de la verdad, tendré un rol responsable, sistémico, comprometido, coherente con mis principios de defensora de derechos humanos, siendo empática y sobre todo con una propuesta de escucha saludable de narrativas para la construcción colectiva de ese hecho que nos marcó como Nación, cómo pueblo.
Reconocernos parte de la paz, como en otrora de la guerra y en especial abrir una esperanza a todas y cada una de las niñas y mujeres abusadas, violentadas, explotadas, reclutadas, instrumentalizadas y prostituidas en el marco o a consecuencia del conflicto armado.
¡Desde siempre he sido una comisionada para construir la paz y la convivencia en mi país!
Cordialmente,
Claudia Yurley Quintero Rolón
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