soy consciente de mi lugar como trabajadora social pero aún más de mi lugar como mujer que encara día a día las luchas propias contra un sistema opresor que pareciera no tener fin, es por esto por lo que el ejercicio del quehacer profesional del trabajo social debe de estar comprometido con la garantía de los derechos femeninos, aquella lucha radical a la que sobrevivimos cotidianamente por existir.
Colombia es un país marcado por las cicatrices de un sistema patriarcal, las grandes brechas de desigualdad de género y la fuerte trasgresión de un sistema opresor que ha dejado sin memoria la lucha de las mujeres que a diario sienten el peligro cotidiano de vivir en una sociedad que las excluye y las olvida por completo.
La lucha de las mujeres es resiliente, la conquista por los derechos fue y continúa siendo un reto para todas. Es por esto por lo que, el llamado a la acción desde la corporación Anne Frank es un compromiso de cara con la vida de las mujeres, mujeres migrantes, mujeres racializadas, mujeres en situación de desventaja y de vulnerabilidad, un ejercicio transversal comprometido con la posibilidad de garantizar mejores condiciones de vida para las mujeres y por las mujeres, oportunidades de soñar y de construir un presente que no olvide su pasado para que no exista posibilidad alguna de repetirlo. Una acción que permita focalizar a partir de la intervención del Trabajo Social estrategias de acompañamiento, formación teórica y práctica para garantizar el lugar de los derechos humanos de las mujeres víctimas y sobrevivientes del flagelo de la prostitución, un lugar de reconocimiento que contribuye a desafíos éticos y políticos de la profesión para direccionar la intervención hacia un objetivo concreto y asumirlo a partir de posturas críticas y feministas frente al tejido social y cultural que ha demarcado prácticas sexuales en contra de las mujeres, reproducción de la prostitución y la explotación sexual.
De esta manera, es como el ejercicio profesional del Trabajo Social posibilita un lugar de cara con la abolición de la prostitución y la explotación sexual, un ejercicio congruente con posturas radicales capaz de formar, atender y prevenir los síntomas del monstruo del sistema patriarcal y las contradicciones en torno a la equidad de género que demuestra únicamente prácticas en contra de la mujer.
El abolicionismo de la prostitución es un lugar de voz y fuerza para todas aquellas mujeres que han sido víctimas de estos fenómenos, el trabajo social es una herramienta crítica que encara posturas teóricas y prácticas para llevar a la acción propuestas de intervención que reconozcan la abolición de la prostitución y el lugar de las mujeres hacia la superación de las brechas de desigualdad de género. Entre eso y todo una lucha del quehacer profesional del Trabajo Social que haga frente a la garantía de los derechos de todas las mujeres desde lo social, lo político y lo económico con el fin de brindar una calidad de vida para las mujeres colombianas que sobreviven ante el fenómeno de la prostitución.
Por esto y mucho más es clave pensarse el lugar del Trabajo Social en la abolición de la prostitución, es necesario un despertar de la acción profesional para construir con la voz de las mujeres víctimas de la prostitución y la explotación sexual un presente digno, un presente que construya un futuro recordando un pasado, armas de poder interior que ganen la batalla ante el repugnante monstruo de la prostitución que se alimenta cada vez más por la sociedad colombiana, pero que es cada vez menor gracias a la voz y resiliencia de todas las mujeres SOBREVIVIENTES.
Daniela Ríos López
Comments