Cuando uno como ser humano se reconoce como mujer, con un cuerpo y unas condiciones especiales, es necesario redescubrirse, valorarse y estimarse para no caer en el difícil mundo de sometimiento y esclavismo que nos aleja del espíritu resiliente, ese que nos reanima y nos da la oportunidad de renacer.
Observarnos a nosotras mismas, concientizarnos y cambiar de una vez por todas una vida de dependencia emocional, es importante para determinarnos como forjadoras de una cultura de paz.
En muchas ocasiones hemos promovido la violencia en nuestros hogares; hemos apoyado actitudes que atentan la integridad física y moral de nuestra humanidad, no todos los momentos de nuestra existencia están glorificados con el dulce sabor de lo que llamamos felicidad, pero tomar la decisión, cambiar el pasado, reivindicar la fuerza interior, es atreverse a enfrentar el mundo y el destino.
Este desafío nos sumerge en un profundo viaje interior, donde vivir es quizá un acontecimiento; no debe ser sinónimo de melancolía, dolor o tristeza. Mujer, es tiempo de que asumas tu papel en el mundo, el de una mujer valiente, empoderada, capaz de sobrellevar cualquier tormenta, capaz de ser luz en mitad de la oscuridad.
Mujer, nunca volques tu mirada hacia atrás, es preciso convertirnos en una fortaleza, multiplicadora de fuerza, pujanza y armonía en un universo de hostilidad y antipatía.Que las ganas de salir adelante te impulsen a soñar, a crear, a lograr proyectos que potencialicen tu dignidad.
Puedes liderar, te puedes expresar, ha llegado el tiempo que descubras tu rol en la sociedad.
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