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Foto del escritorANNE FRANK PRENSA

La importancia del 30 de julio



La Trata de personas es un flagelo que, en menor o mayor escala, ha permeado todos los países alrededor del mundo, afectando gravemente los derechos humanos de miles de personas que resultan víctimas de este delito.


Es por ello que, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en los sistemas regionales de protección de Derechos humanos, se han adoptado tratados internacionales, protocolos, recomendaciones, acuerdos y planes, que permitan a los Estados parte desarrollar una serie de medidas a fin de erradicar definitivamente la Trata de personas.


Así, en el año 2013 la Asamblea general de la ONU, mediante la resolución A/RES/68/192, designó el 30 de julio como el Día mundial contra la Trata, reconociendo la importancia del Plan de acción mundial de las Naciones Unidas para combatir la trata de personas, adoptado en esa misma fecha.


La designación de este día como el Día mundial contra la Trata es de suma importancia, pues permite crear mayor conciencia frente a la situación de las víctimas y sus derechos. Además de recordar la necesidad de que los Estados no bajen la guardia en la lucha contra la Trata; que se avance definitivamente en sancionar a quienes perpetran este delito, en brindar medidas eficaces de atención y protección a las victimas y en implementar políticas de prevención.


Esto último, es uno de los mayores retos que tiene la lucha contra la Trata de personas. La prevención —y, como consecuencia, la erradicación de este flagelo— consiste en superar sus causas fundamentales, tal como lo ha recogido fehacientemente la Recomendación general No. 38 de la CEDAW: la injusticia socioeconómica y la demanda que genera la explotación, propician la trata.


Es primordial que, tanto el Estado y sus instituciones como la sociedad en general, conozcan en su integralidad del fenómeno de Trata de personas; es decir, la gravedad de los derechos humanos que conculca, sus modalidades y sus fines, para así lograr desmitificar diversas creencias erradas frente a la Trata de personas —como aquella de que siempre las víctimas son secuestradas y se acude al uso de la violencia para su captación; o esa odiosa idea de que ninguna mujer en situación de prostitución es víctima, puesto que “está trabajando”— y que se puedan identificar todos los hechos que realmente constituyen trata de personas y se puedan prevenir, o actuar oportunamente, para la efectiva garantía de los derechos de las personas.


Es un gran día entonces para recordar que debe reconocerse como derecho humano el poder vivir sin ser víctima de la trata.



Paulina Tamayo Quintero

Abogada de la Corporación Anne Frank


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